El baile del átomo

El italiano Giorgio Parisi gana el premio Nobel 2021 en Física por el descubrimiento de la interacción entre el desorden y las fluctuaciones en los sistemas físicos desde la escala atómica hasta la planetaria. Parisi es un rapsoda de las interacciones capaz de intuir en el errante vuelo de los estorninos patrones de conducta que contextualizan el fenómeno de las modas.

Su campo de trabajo entronca con la habilidad para discernir el relato oculto del mundo por el que transitamos. Aquí el estornino más que errante es vocinglero. Grita su enfado a pie de la calle engalanada de banderas y, de repente, emprende una fiebre pactista que apenas permite actualización a los medios de comunicación.

La bronca es analógica y digital. Los tópicos de la semana empiezan con la última derrota de la selección de futbol (curioso: a Luis Enrique se le grita todo el rato hasta que pierde, entonces en el balance final, se le reconocen los méritos -una anomalía en nuestra cultura de revancha-). Siguen -los tópicos- avinagrados por un 12-O que no acaba de cohesionar. Se prolonga con el efecto Yolanda Díaz, tanto en encuestas como en debates y se tiende hacia el fin de semana con una somática entrevista de Ferreras a Pedro Sánchez.

Por tierra, mar y aire (guiño a las Fuerzas Armadas) la conversación de la semana mantiene su coherencia en torno a la bronca. Por eso la información sobre Ciencia siempre es oxigenante. Por eso, el premio Nobel siempre es un buen mirador de tendencias. También de referencias. Tres candidaturas de Nobel a la Paz que afortunadamente no cuajaron: Hitler, Mussolini, Stalin. 

Somos como los estorninos. Buena tropa en formación, pero proclives al quiebro rápido e inusitado. Difíciles de seguir desde la escala atómica a la planetaria.