El aire que respiras

España se encuentra en riesgo bajo por Covid-19. Hemos bajado de una incidencia de 50. El reto es alcanzar una incidencia por debajo de 25. Esos números indicarán la ‘nueva normalidad’. Y con ese parte las calles recuperan su tráfico, las oficinas su presencialidad y el ocio nocturno sus copas… Ayer murieron 23 personas. Una, dos, tres… nombres propios, historias genuinas, vidas singulares. 23. La normalidad era eso. Amortizar la muerte de 23 porque no son 230. 

Los números no son la clave de esta historia. Sin haber determinado la causa de la pandemia nos lanzamos a la normalidad sin ver lo peliagudo de la situación. 200 revistas biomédicas se unen para reclamar una acción climática urgente para evitar una catástrofe en la salud global. La editora de la British Medical Journal comparte la preocupación de los sanitarios que han estado en primera línea de lucha contra la COVID-19. Advierten: “la desforestación masiva del planeta y superar el incremento del 1,5% de la temperatura global traerá la próxima crisis, mucho más mortal”.

Se acuña el concepto Ecoansiedad, más de la mitad de los jóvenes británicos sufren capítulos de ansiedad o depresión relacionados con el cambio climático (BMJ dixit). El aire que respiras, el aire que compartimos es la esencia de todo. Se camufla bajo la trascendencia del debate de unos presupuestos que traerán sordina europea por falta de control del gasto. A la espera de que suceda, Vallés el periodista tendencia de las redes, se convierte una vez más en azote del Gobierno al denunciar el carácter electoralista del “bono joven” (400 euros para que votes mal, diría Vargas Llosa). La realidad tiene estos puntos de fuga: los científicos advierten de nuestro ahogo colectivo mientras nosotros nos desgañitamos siguiendo una agenda política que no acaba de aterrizar en los problemas cotidianos. 

La Cumbre del Clima (COP26) que se celebrará en Glasgow dentro de unas semanas parece preparada para lanzar mensajes serios, rigurosos y preocupantes que nosotros despacharemos en un non stop que nunca nos resarcirá del año y medio de pandemia que hemos sufrido. Lo peor que hemos vivido como sociedad en los últimos 70 años. O al menos, lo peor, hasta la próxima siembra de nuestra alegre inconsciencia.