América es al Mundo lo que Madrid es a España. Al menos según Ayuso. Pero la parafraseo no por su actual confrontación con el aparato del PP sino porque su singular visión del centralismo patrio da luz a la paradoja de la semana que no es otra que las promesas vanas del presidente de EE.UU. en la Cumbre del Clima de Glasgow. En siete días a Joe Biden le ha dado tiempo a departir con el Papa, mostrar la cara más integradora de América ante el G-20 y a perder Virginia. Enumerado así es lógico que se quedara traspuesto en la apertura oficial de la COP26. Más allá de la enumeración está el quiero y no puedo o la pura mentira.

América es el Mundo de los americanos. Esos que votan en masa a un abusón reconocible por las caras de su esposa (hay que reactivar el free Melania), que sustentan la libertad individual en el calibre del arma que portan y que malviven con un 15% de la población desde que abolieron formalmente su estatus de esclavos. Esto es, América es el Mundo ajeno a la corrección política y los americanos (blancos, anglosajones y protestantes) el pueblo de Dios.

A toda su maleta de singularidades con proyección global hay que añadir una amplia resistencia a reconocer el cambio climático (como el beneficio de las vacunas) y a suprimir la explotación de fuentes energéticas altamente contaminantes como el petróleo o el carbón. Así que, por un lado, tenemos a Joe Biden intentando recomponer todo lo roto por Trump en el ámbito del medioambiente y, por otro, al senador demócrata de West Virginia, Joe Machin. Ojo, ahora hablo de West Virginia y no de Virginia. En Virginia solo se ha votado cambio de Gobernador y ha ganado el republicano Glenn Youngkin. Eso es un marrón para Biden ya que Virginia fue uno de esos Estados claves para ganar a Trump, pero lo de West Virginia es mucho peor.

West Virginia es uno de los territorios que conforman el llamado cinturón de óxido: antiguas zonas industriales con población obrera blanca que arrastran un parón económico que ya dura décadas. De hecho, el Gobernador de West Virginia es Jim Justice un republicano que ganó las elecciones de 2017 como demócrata y que volvió a las filas conservadoras alineado con Donald Trump. Justice es el hombre más rico de su Estado y su fortuna se basa en el vasto imperio energético (carbón) de su familia. Todo esto es malo (para la COP 26), pero el drama de Biden con este territorio es peor.

Lo de Jim Justice es un drama, pero lo de Joe Machin es el verdadero dramón (de Biden) y el trasfondo de su impostura en la Cumbre de Glasgow. ¿Quién es Machin? Pues el senador demócrata es la segunda fortuna de West Virginia y su riqueza radica en el vasto imperio energético (carbón) heredado de su familia. Y lo más importante el voto nº 50 que Biden necesita en el Senado de los EE.UU. para imponer sus tesis de descarbonización de la economía americana.

A Machin no le mueven el voto contra sus intereses personales que, en este caso además coindicen con el pensamiento de la mayoría de virginianos occidentales, ni con disuasión atómica. Y sin su voto, todo lo dicho o hecho por Biden (incluida su famosa siesta) en tierras escocesas no cuenta para nada. Falta un mes de folklore climático, pero en West Virginia tienen la llave del calentamiento global y no están dispuestos a abrir o cerrar -según la perspectiva- esa caja de Pandora bajo ningún concepto. 

América es el Mundo que fue, pero mantiene su vigencia. Igual que el centralismo ilusorio de Una, Grande y Libre. Pero esa es una historia para contar otro día.

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